Este es el día en que todo comienza de nuevo





Escena Final de la Obra: Y todo comenzó en Galilea

Este es el día... el Octavo día... Donde todo es posible, donde todo comienza de nuevo...

Este es el día... donde la tristeza es vencida, donde el dolor se convierte en gozo,
donde la flor renace desde el pasto seco...
Este es el día... el día de la nueva aurora, el día primero donde el miedo huye, donde el temor se transforma en gallardía, y nos crece.
Este es el día, la hora, el momento, de ser humanos, hermanos, de ser completos...


Narrador - Por la proximidad del sábado, ni siquiera pudo el cuerpo de Jesús recibir el tratamiento que se debía.

La noche avanzaba profunda… ¿Cuántas horas habían pasado ya? Por toda Jerusalén se comentaban los últimos acontecimientos. Y todo nos indicaba que la situación era mucho más delicada ahora para nosotros. El aguijón de la muerte amenazaba con atravesarnos las manos, el cuerpo, el alma.

En casa de José, hijo de Alef, nos reuníamos un grupo de discípulos… ya alboreaba el primer día de la semana. Era urgente reorganizarnos, era necesario un plan a seguir.

(Todos están juntos, llenos de una profunda tristeza. De pronto, se escuchan golpes en la puerta… firmes, rápidos. Todos se miran con sospecha. Era la hora de la molienda del trigo. Golpes en la puerta)

Mujer - En nombre del Dios bendito, abran –  (Es Miriam mujer de Simón el Alfarero, acompañada de mi Marta y de Ruth, la hija de Timeo el cananeo. Sus ojos están llenos de temor y asombro, y al mismo tiempo  de gran felicidad)

Miriam - ¡No está el maestro! ¡No está el cuerpo del Maestro! La piedra estaba removida, y no está el maestro.

José - ¿Qué dices mujer? ¿Estás loca? ¿Acaso tantas lágrimas te han secado el cerebro?

Marta (Eufórica) - ¡Él vive! María y otras mujeres lo han visto… y hemos ido a  informarles a todos sus discípulos lo que en el sepulcro hemos visto y oído.

Ruth - Yo vi los ángeles

Miriam-  El Maestro vive. No estamos locas. Yo no fui al sepulcro. No he visto la roca removida, ni los lienzos en el suelo… Pero siento la presencia del Maestro, mi Señor, entre nosotros. ¡Él vive! Lo vimos colgar del madero, tomamos su cadáver en nuestros brazos, limpiamos su sangre con nuestras manos. Cubrimos su cuerpo con mortajas. Más ¡Vive! Ha resucitado. Como lo dijo, como lo dicen las escrituras: ¡Vive! Y para siempre. Ya nadie podrá tocarle otra vez para darle muerte. ¿Quién lo arrebatará de la gloria? No está aquí, en este mundo. No está ya entre nosotros, y sin embargo es más de nosotros. ¡Está aquí! Y debemos volver al principio, a Galilea, y llevar su mensaje y su evangelio a todos los rincones de la tierra hasta el fin de los tiempos. Él ha resucitado y ahora todo adquiere pleno sentido. Él ha resucitado y llenará de vida nueva todas las cosas. ¡Él nos ha ganado la victoria!

Y al final se oyó como el susurro de una brisa suave.

Era como un soplo que refresca…

Como el aliento de un padre en la frente de su hijo,

O como el beso de una madre en la mejilla…
Y allí, en medio de la calle, en la esquina,
se oyó la voz de arriba que decía: está aquí, el Resucitado...
No lo busques en los templos blanquecinos,
no lo busques en señales extraordinarias...
Está aquí, en este mundo, sembrado como semilla,
hecho pan de esperanza,
hecho mujer,
hecho obrero,
hecho niño
El Resucitado, no está allá en los milagros sin natureleza, no.
Está en el milagro constante de la vida,
en la flor que florece
en la brisa que calma
en la voz que canta
en la lágrima que fecunda el perdón
en la esperanza que no se parte
en la rebelión de los oprimidos
en los que luchan por la paz
por el amor, por la justicia
por la igualdad...
en los que escriben sin censura
en los que sueñan arando la tierra
en los que rompen
las piedras de la opresión y las autocracias



Pues el Reino de Dios hay que amasarlo entre todos como se amasa el pan


Comentarios

Entradas populares de este blog

Santa María del Buen Humor, Señora de la Sonrisa

Nuevos "Jonases" para las nuevas Nínives

¿Otro Dios es Posible?