Y le trajeron a UNA enferma
Escena
de la Obra de Teatro: “Y todo comenzó en Galilea”
Para
los Pascuos de San Joaquín
Original
de Pedro E. Ramírez
(Por
aquellos días le trajeron a Jesús a UNA
enferma en camilla)
Pedro
(con un poco de vergüenza, le dice a Jesús) - Eh, Jesús, que me han dicho que
mi suegra está bien enferma… Y acá parece que la traen, yo no quiero molestarte…
Pero mi mujer, tú sabes cómo son las
mujeres, un lata, cuando no les hacemos caso.
Jesús
– Pero ¿qué tiene? ¿De qué está enferma?
Pedro
– Nada Jesús. ¡Qué enferma ni qué enferma! Esa es una gran floja, y como sabe
que hemos venido a la casa, pues se ha hecho la quebrantada para no preparar la
comida, para que le tengamos lástima, y dejar sola a mi mujer haciendo los
quehaceres…
Jesús
– Pero Pedro, ¿tú piensas tan mal así de tu propia suegra?
Pedro
– Ah, Jesús, que tú nunca te has casado, ya verás… ¡Yo conozco bien a las
mujeres! Esos son achaques de vieja…
(La
mujer de Pedro, las hijas de Pedro y tres vecinas más, traen la camilla con la
doña, postrada y empapada en sudor febril).
Jesús
(tocándola. Gesto de asombro entre los y las presentes) - ¿Qué te pasa mujer?
¿Cómo te sientes? ¿Qué te tiene así, postrada?
Suegra
de Pedro – Ay, Jesús… Ay mijo… estoy enferma… enferma de ser… ¡Estoy enferma de
ser mujer!
(Murmuraciones
alrededor)
Gente
- ¿Pero qué dice ésta?
Vecina
– Ay, madre mía de mi alma, esta fiebre le secó los sesos ya…
Suegra
de Pedro – Que estoy enferma de ser mujer… de cargar con esta cruz de ser sólo
esclava de los hombres. Que si plánchame aquí, haz esto, busca el agua, tienes
que preparar la cena que vienen todos mis compadres, pare los hijos, edúcalos,
si salen maltrechos es tu culpa, levanta
la casa… A las 4 me levanto para la
molienda, a las doce me acuesto, después que todos han llegado, y siempre
vigilo que jamás se apague el fuego en la lumbre… Noooo!!! Yo lo quiero es
descansar, que me lleven ya a la tumba.
(Murmuraciones
de las mujeres. Los hombres tienen los ojos en sus órbitas, a punto de estallar
de la vergüenza. “Delirios de mente vieja”, piensan)
Jesús
– Lo que voy a decirte… sonará extraño, tal vez será un escándalo… Pero es muy
simple: Todos somos iguales. Nadie está para vivir encima, o permanecer debajo.
En el Reino de mi Padre no existen desigualdades. Él quiere que todos vivamos
libres, como hermanas, como hermanos. Nuestro Padre Dios, no quiere que haya
jerarquías, que existan fronteras entre el hombre y la mujer. Todos tenemos que
cargar con las responsabilidades del trabajo, la casa, la familia… con las
responsabilidades de cada comunidad, de cada grupo…
Pedro
- ¿Pero qué estás diciendo, Jesús?
Jesús
– Lo que oyes, Pedro, lo que oyes. Que ya es hora de que ÉSTA tenga su propio
nombre, que no sea solo LA DE… Que ya es hora de que las mujeres cuenten en
esta sociedad, pues ellas tienen tantos derechos y tantas responsabilidades
como nosotros…
(Jesús
toma a la mujer del brazo y la levanta. La llama por su nombre. Ya no será más
la “suegra de”… Y todos los hombres murmuran llenos de escándalo)
Jesús
– Arriba, Doña Micaela, venga párese de allí, y no tenga vergüenza de ser
mujer, venga, que Ud. ahora será también SERVIDORA del Reino, discípula
también.
Hombre
(al público) – Pero este hombre es un blasfemo. Él ha venido a abolir las leyes
naturales que rigen el mundo, y que Dios colocó para que el mundo fuera
perfecto…
Jesús
- ¡Naturales! ¿Naturales? ¿Te parece natural la esclavitud, la dominación, el
racismo, y la discriminación? ¿Te parece escandaloso que una mujer tome
protagonismo en la sociedad, en las religiones, en la vida de los pueblos? Si
esto te parece escándalo y no te escandaliza la muerte de tantos inocentes, de
tantas niñas maltratadas, de tantas viudas con maridos vivos, entonces deberías
revisar tu moralidad.
Hombres
religiosos del pueblo - ¡Pero eso no es lo que nos enseñaron en la religión!
¡Eso no es lo que Dios quiere! ¡Estás pervirtiendo el orden natural de este
mundo!
Jesús
– El orden natural de este mundo es que todos, hombres y mujeres, vivamos con
dignidad. Tengamos el pan de cada día. Lo natural, es el cuido de la tierra, de
los árboles y animales, de todo cuanto existe y fue creado. Lo natural es cumplir
con la voluntad de Dios, de que TODOS, TODAS y TODO tengamos vida, y vida en
abundancia, de que el hombre no explote a otros hombres, de que respete el
ciclo del agua, el ciclo de la vida, de que respete las normas que mi Padre,
nuestro Padre, sembró en el corazón de cada hombre y cada mujer, antes del
inicio de los tiempos…
Hombres
religiosos (incluidos algunos de esos que se llaman discípulos) – ¡Blasfemo! ¡Vergüenza
debe sentir tu padre, de un “hombrecito” tan extraño como tú! Tu madre debe
estar encerrada en su casa, muerta de la pena y el dolor, de tener un hijo
loco.
Jesús
– Pues sí, estoy loco… lo han dicho. Loco porque haya justicia en esta tierra,
loco porque se borren las fronteras que dividen y separan a los que son
diferentes y distintos, a los que no son de nuestro grupo. Loco porque venga ese
Reino de esperanza y amor prometido. Loco porque entendamos, de una vez y para
siempre, que Dios no es Padre solamente, sino también Madre, y como Madre llena
de ternura, cuida a cada ser, a cada hombre, a cada mujer, y nos quiere libres
y responsables de nuestra vida. Libres para Vivir, sin normas absurdas, sin
prejuicios, sin etiquetas, sin viejas esclavitudes disfrazadas de modernidad…
(Algunos
aplauden el hecho, otros se vuelven llenos de ira… Y querían apedrearlo)
En Nairobi, 15 de febrero de 2012
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