El Sagrario donde no Estás


Sal, Señor de los “sagrarios”
En donde te hemos recluido…
Baja de allí, de los nichos
De los altares…
Sal de las sacristías,
De las catedrales oscuras a donde te hemos reducido…
Porque hemos secuestrado tu Palabra,
Dejando a un lado la Buena Nueva Liberadora,
Alegre, Confiada…
Hemos dejado a un lado la Palabra de Fiesta,
Con Sabor a Primavera, con Aroma a Mañana recién amanecida.
Hemos reducido tu Palabra, para sólo predicar
Normas, preceptos, y mandatos - ¿tuyos?
Hemos quitado la carne a Tu Mensaje,
El Amor y la Justicia a tu Voz,
Contentándonos con realizar actos sacramentales,
Oraciones sin vida, salmos sin esperanza, danzas
Que dan espalda al Sol y ocultan el rostro a la Brisa

¡No nos preocupan tus pobres, Señor!
No nos cuestionan la vida…
No nos preocupa el diferente, la marginada, el discriminado…
No nos ocupa ni la Tierra, ni la Verdad, ni la Belleza, ni la Alegría…
Sólo nos preocupa aquello que forma parte de las estadísticas:
Los bautizados, los confirmados, los casados, los… los.. los…

¡Rompe, Señor! de nuevo el sepulcro
En el que te hemos arrojado
Sal de la noche con la que te hemos cubierto
Echándote encima nuevas mortajas:
Tejidas de beatitud, de pureza, de inmortalidad y divinidad…
Hablamos tanto sobre Ti, Señor…
¡Pero no repetimos con fuerza y a viva voz tu Mensaje!
En tu Nombre hemos construido mausoleos, ermitas, oratorios…
Y allí, te hemos encerrado,
Esclavizando tu cercanía, tu compañía, tus sentimientos, tus sueños.
Te hemos encerrado
Como alguna vez fue encerrada en urnas de mármol la voz de los profetas.

El velo del lugar santo que Tú rompiste en dos
Para mostrarnos la Libertad y la Fuerza del Espíritu,
Hoy lo hemos cocido, remendado,
Y colocado sobre nuevos lugares santos,
Sobre nuevas cosas santas, sobre nuevas personas santas,
Sobre nuevos santos de los santos

Sí, Señor
Ven de nuevo a la tierra
Ven de nuevo otra vez
Resucita del sepulcro de esta iglesia envejecida
De esta iglesia con artrosis
Rompe la cuerda que los de arriba han tejido sobre los de abajo
Y que tu Voz represada, se escuche en el grito de tantas y tantos
Que actúan en el Bien sin conocerte, que aman sin medida, que trabajan infatigablemente
Para hacer junto a ti, tu Reino.
Rompe, Señor, el cerco de la censura
Con que hemos enmarañado de mil formas la frescura de tu Evangelio:
Los lazos de la ley, de la tradición perpetua, de la rigidez moral
Y la inmoral creencia de pensar que somos los únicos salvados y salvadores.
Ven pronto, Señor
Y con tu Voz
Levanta de los escombros
Levanta de los sepulcros
A todos los olvidados,
A todas las excluidas,
A todos los silenciados,
A todas las rechazadas,
A todos los marginados
A todas y todos los profetas que hemos asesinado de múltiples formas
(a veces sin espada)
En tu Nombre

Ven, Señor
Levántate pronto… Rompe el Silencio
Sal del sagrario… Sal de todos los sagrarios del mundo,
Y danos la fuerza y el coraje para poder reverenciar y alabar,
No aquello que está fuera de este mundo,
Sino nuestra propia Verdad desnuda a tus ojos,
Nuestra propia historia sagrada y bella,
Desnuda y pobre
Redimida y transformada
En ti
En ti…

Amén








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